¿Te apasionan las artes marciales pero no vas tan a menudo como quisieras a las clases? A veces malas, las excusas son muchas: cansancio, trabajo, dolor de espalda / rodilla / muñeca / brazo, resfriado, una cena, una peli en el cine… Puede, incluso, que hayas hecho una pausa de semanas, meses o incluso años para dedicarte a otras ocupaciones.
No te preocupes, no es demasiado tarde para volver seriamente a tu clase favorita: aquí tienes 10 razones para no faltar a una clase (de kárate o de cualquier arte marcial); y para los que nunca faltáis, espero que este artículo os aporte una reflexión y una motivación extra.
1 – En Occidente, no se entrena tanto como en Oriente
En Japón o en Okinawa, por ejemplo, es frecuente que los alumnos de kárate entrenen cada día, o sea más de 10 horas semanales. Esto ocurre raramente en el mundo occidental, y es una de las razones por las que su progreso es mucho más rápido que el nuestro. Imagina que faltas a uno de cada dos entrenamientos, tu progreso sería extremadamente lento, o casi nulo. Así que ¡anímate!
2 – El progreso pasa por la regularidad y la asiduidad
“El kárate es como agua hirviendo: sin calor vuelve a su estado tibio”: es el 11º principio del libro “Los veinte principios rectores del karate” (Gichin Funakoshi). En otras palabras: ¡practica con asiduidad! Muchos son los karatecas que entrenan con entusiasmo pero que después se distraen perdiendo así los beneficios de su aprendizaje para terminar desviándose poco a poco de la disciplina: no dejes que se instale este círculo vicioso.
3 – Se memoriza mejor lo enseñado
A menudo, cuando vas a trabajar un tema técnico o un principio concreto, tu profesor hace un “repaso” rápido en la clase siguiente. No es ni un “machaque”, ni una “recuperación” para los que faltaron a la clase anterior: forma parte del proceso de memorización establecido. Si no reactivas “rápidamente” lo que te han enseñado, no lo habrás asimilado, en detrimento de tu progreso. Mi consejo para los que os cuesta memorizar es que toméis apuntes en una libreta después de la clase.
4 – No os perderéis una clase “importante”
Siempre es un gran placer para el alumno aprender nuevas técnicas: un kata / taolu / pumse / encadenamientos, aplicaciones de defensa personal contra ataques (palos, navajas), llaves, proyecciones, técnicas procedentes de otro arte marcial… Lamentablemente, no fuiste a la clase en cuestión. Con un poco de suerte, habrá ocasión de volver a trabajar lo que se perdiste en otra sesión pero ten en cuenta que probablemente no tendrás una explicación tan completa y detallada como aquel día.
5 – La condición física va a la par con la regularidad
Un entrenamiento regular permite trabajar de forma óptima la condición física: cardio, resistencia, musculación, flexibilidad, rapidez, equilibrio, precisión… Todo lo que se necesita para un progreso más rápido. Efectivamente, la práctica de artes marciales favorece el fortalecimiento muscular de todo el cuerpo, y de ahí la méjora de la salud en general y del bienestar.
6 – Uno se siente siempre “bien” después de un buen entrenamiento
¿Has tenido un mal día en el trabajo? ¿Demasiado estrés, demasiados problemas? ¿No sabes si ir a entrenar porque llueve o porque hace mucho calor? A veces tenemos malas excusas para no ir a clase pero si nos motivamos y al final asistimos, nos damos cuenta después de la clase que hemos hecho bien en ir ya que nos ha permitido vaciar nuestra mente, evadir nuestros pensamientos negativos, y concentrarnos en nuestra disciplina favorita durante una hora o dos. Tener un “momento par sí mismo”, al margen de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, también sienta bien.
7 – Se siente respeto hacia el profesor y los demás compañeros
¿Tu profesor te parece “genial”? ¿Te hace mejorar, te corrige los errores, te pone ejercicios interesantes, te prepara muy bien para los exámenes de grados…? Sepas que todo esto es fruto de un trabajo previo de preparación de los entrenamientos. Ir a todas las clases es mostrarle respeto y reconocimiento. Además, con respecto a tu profesor y a los demás alumnos, tu regularidad evitará hacer perder el tiempo durante las clases, y permitirá que todos entrenéis al mismo ritmo. “No olvides que el kárate empieza y acaba con rei” (rei = respeto por los demás y amor propio): es el primero de los veinte principios redactados por el Maestro Funakoshi.
8 – Te permite reencontrarte con tus compañeros de entrenamiento
¡Seguramente la razón por la cual cruzaste por primera vez la puerta de un Dojo sea otra pero, a lo largo de los años, tse ha dado cuenta que hablar, intercambiar, disfrutar, y practicar con gente que comparte la misma pasión que tú, es realmente genial! El kárate, y las artes marciales en general, tienen una faceta social importante. Estoy seguro que muchos de vosotros tenéis muy buenos amigos procedentes del “club de kárate”.
9 – Es una buena forma de trabajar tu mente
¿Es hacer prueba de un gran espíritu marcial el no tener la voluntad de ponerse su karategui (o cualquier otro traje) para ir a clase de karate? Decirse a uno mismo que no va a faltar nunca a clase es también una forma de fortalecer su mente. Sin embargo, esta vez, sí tenías una buena razón para no ir al Dojo: ¡no pasa nada, practica en casa o en cualquier otra parte, en cuanto puedas!
10 – El camino “marcial” no tiene fin
Hay que intentar ser un poco mejor cada día, e, ir andando por el “camino”, esta es la realización de toda una vida. A título personal, hace unos años, vi como un alumno, después de obtener su cinturón negro, fue abandonando poco a poco el entrenamiento hasta dejarlo completamente ya que ese examen era su meta. Es como si una persona que acaba de sacarse el carné de conducir se creyera capacitado para ser piloto de Fórmula 1, cuando en realidad es principiante. Acabaré este artículo citando un proverbio japonés: “Aprender con la práctica es como empujar un carro montaña arriba, si usted lo suelta, irá hacia atrás“.
¿Estás preparado y motivado para no volver a faltar a tus clases de kárate?
Autór del artículo
Profesor de Karate
6° Dan - BEES 2